¿Él o yo?




Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.  Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
Juan 1:6-8 RVR 1960

Leyendo este pasaje me tope con algo que me puso a pensar, y es el versículo 8, lo busque en una versión más clara para mí y ahí pude entender mejor lo que el señor me quería enseñar con este versículo.

Juan no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. Juan 1:8 NVI

Es triste ver como muchas personas que sirven a Dios han perdido el norte y a mitad de camino han cambiado su rumbo, muchos se toman la gloria para sí mismos y algunos hasta llegan a pensar que los aplausos y ovaciones que las personas hacen al ver un milagro o la manifestación del señor, son para ellos, creen ser la luz y olvidaron que son representantes de la luz.

No es que no seamos la luz del mundo, porque de hecho lo somos, pero lo somos cuando estamos conectados al señor, por nuestras propias fuerzas y recursos no podemos brillar, necesitamos de él para hacerlo. Estamos trabajando para el señor y debemos tenerlo en mente siempre, pongamos un ejemplo sencillo, imagina que trabajas vendiendo vehículos, tu eres un representante de la compañía, cada vez que vendes un vehículo lo que haces es orientar a las personas a tomar la mejor decisión, pero no recibes el dinero ni mucho menos te quedas con él, recibes una comisión  que el dueño del negocio te da en recompensa y agradecimiento por tu esfuerzo.

Ahora, ¿Qué pasaría si vendieras vehículos y te quedaras con el dinero? Creo que todos conocemos la respuesta a eso.

Debemos tener claro que nosotros somos la luz por y para Cristo, en el momento que lo sacamos de la ecuación para ponernos en su lugar, fracasamos, no podemos ocupar el lugar del señor, por mencionar algunas de sus cualidades (abogado, intercesor, perdonador, redentor, guía, maestro, protector, y cumple esta y muchas tareas más con todos y cada uno de los que le siguen, ¿Podría usted hacerlo?

Somos representantes, no dueños de la obra, somos un eslabón en esta gran cadena de personas que sirven al señor y juntos llevamos su palabra por todo el mundo como el nos envió. Recuerda mantener tu vista en el objetivo correcto, no te desvíes de tu propósito inicial, si es necesario has una pausa y vuelve a lugar donde empezaste para que recuerdes de que se trata esto, no se trata de brillar yo, se trata de que brille Jesús, e inevitablemente brillaremos junto con él, esa es la comisión que ganamos por hacer nuestro trabajo.

Cuando nos preocupamos más porque brille la luz de Cristo que la de nosotros, Dios se encarga de hacernos brillar más de los que nosotros mismos lo hubiéramos hecho.

¡Que brille la luz de Cristo!

#Maestro

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