Amor Prohibido



Pues el amor al dinero es la raĆ­z de toda clase de mal. Y algunas personas, en su intenso deseo por el dinero, se han desviado de la fe verdadera y se han causado muchas heridas dolorosas. (1Ti 6:10 NTV)

AcompƔƱame a imaginar un poco, te voy a plantearte la mƔs singular y a la vez una de las mƔs comunes historias de amor.

Imagina que eres un asesor financiero, estƔs en tu oficina, resolviendo tus asuntos financieros, con un muy financiero aire acondicionado. Pero en eso llega una carta un tanto peculiar. Es de una dama llamada Ana.

Ana dice que se encuentra en una situaciĆ³n, muy estresante, dice que toda su familia se ha destruido, su esposo se hizo esclavo del alcohol, su hijo de igual manera con las drogas, toda su hermosa casa estĆ” destruida, y todo eso por una mala relaciĆ³n “amorosa”.

Todo empezĆ³ cuando aquel alto funcionario llamado Juan Daniels, esposo de Ana conociĆ³ a la mĆ”s peligrosa de las amantes, su nombre infame entre lo mĆ”s infame, Codicia, asĆ­ se hace llamar.

De la mano de Codicia, Juan entrĆ³ en aquella cĆ”rcel de puertas abiertas llamada casino, pronto aquel hombre que no necesitaba mĆ”s de lo que tenĆ­a, cayĆ³ presa de codicia, en su corazĆ³n el dinero pasĆ³ de ser una herramienta a ser alguien a quien amaba, y lo peligroso de ese amor, es que estaba por encima de su familia, y aun de Dios. Y como era de esperarse esa relaciĆ³n tĆ³xica terminĆ³ por destruir su casa, su economĆ­a, y su vida.

TĆŗ, en la posiciĆ³n de ese asesor financiero estarĆ­as conmocionado de seguro. Y es que en esa situaciĆ³n como tantas otras; si le hubiĆ©ramos hecho caso a Dios, nos evitarĆ­amos muchos problemas.

El problema del dinero no es tenerlo, el problema es amarlo, amarlo mƔs que a tu familia, mƔs que a Dios, y es fƔcil culpar a Juan, pero lo difƭcil es reflejarnos en Juan y ver cuƔntas veces somos como Ʃl, cuƔntas veces hacemos al dinero el miembro mƔs importante de nuestra familia.

Y es que hay dos formas de idolatrar al dinero; tenerlo y hacerlo tu dios, y no tenerlo y hacerlo tu dios, por las ansias que tienes de adquirirlo o por las ansias de no perderlo.

Dios conociĆ©ndonos de antemano, nos llama a amarle a Ć©l, a buscarle a Ć©l, a no olvidar que el dinero puesto en un lugar mayor al que merece puede llevarnos a la autodestrucciĆ³n, no es que no le tengamos o le demos importancia, es que no debe ser nuestro dios, ni por ausencia ni por presencia.


 #MĆ”nager

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